Hace unos meses cumplí 60 años. Los temidos sesenta. Es oficial, ahora ya puedo comprar billetes de tren a precio reducido y pedir que se me ceda el asiento en el bus. Ahora, cuando los jóvenes hablen de ‘las personas mayores’, se estarán refiriendo a personas como yo. Soy oficialmente una persona mayor. Ya puedo usar frases como ‘cuando llegas a cierta edad…’.
Un momento.
Cuando llegas a cierta edad, es inevitable reflexionar sobre tus experiencias y analizar las elecciones que te han traído hasta este momento. ¿Qué podría haber hecho mejor? ¿A quién quiero realmente a mi lado? ¿Qué errores he cometido? ¿Qué me queda por hacer?
Aunque muchas veces no queramos verlo así, hacerse mayor también implica darse cuenta de que el tiempo se acaba.
Cuando somos jóvenes, tenemos toda una vida llena de oportunidades por delante. Tenemos infinidad de planes y sueños, y mucho tiempo para cumplirlos. Por esta misma razón también podemos permitirnos perder el tiempo. Si este año no planeas el viaje de tus sueños, siempre puedes hacerlo el siguiente. No hay necesidad de calcular el tiempo que dedicamos al trabajo, a nuestros amigos o pareja. Siempre podemos contar con el futuro para brindarnos lo que queremos conseguir.
A medida que nos acercamos a “la tercera edad”, nos volvemos conscientes de que el tiempo no es ilimitado como lo parecía hace diez o veinte años. Si hoy no planeo el viaje de mis sueños, puede que nunca llegue a hacerlo. Suena aterrador, ¿verdad?
En realidad, solo se trata de aceptar que simplemente no hay tiempo para todo. Y no pasa nada.
En esta etapa de la vida, probablemente ya habremos cometido suficientes errores, nos habremos equivocado y habremos aprendido algunas lecciones que nos habrán hecho darnos cuenta de quiénes somos y qué queremos en la vida. La edad nos hace más conscientes del tiempo, sí, pero también nos vuelve más críticos y nos hace cuestionar nuestras prioridades. En muchos casos, este cuestionamiento de prioridades vendrá en forma de sacrificios, significará decir que no, ser más selectivo, incluso puede llevarnos a una vida más solitaria, pero también es nuestra oportunidad para ser fieles a nosotros mismos.
No podemos esperar eternamente a que pase algo o llegue alguien para cumplir nuestros sueños. Nosotros somos los únicos responsables – y capaces – de hacerlos realidad. Si existe el momento perfecto para decir sí, para arriesgarse, para pensar menos y hacer más, es este. Yo ya no me puedo permitir perder el tiempo, prefiero dedicarlo a personas y actividades que me hagan perder la noción del tiempo.
Como psicóloga, y como humana de 60 años, te digo: Hacerse mayor no es fácil. Nuestros cuerpos cambian, nuestros hábitos se vuelven más rígidos y es natural tenerle miedo a la muerte, sobre todo cuando nos volvemos conscientes de que a nosotros también nos llega. ¡Arriésgate ahora! ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que salga mal? La vida es una sola y no vamos a salir con vida de ella, ¿cuánto tiempo vas a esperar para poder ser tú mismo?